El doctor levantó la vista de los resultados de los análisis y siguió explicándole su diagnóstico:
"La enfermedad se llama, por los síntomas que luego le describiré, "supresión de la realidad". Afecta al nucleo más interno del cerebro, y, desgraciadamente, es mortal. Dado que afecta al propio cerebro, éste es el primero en darse cuenta –y así lo registra el subconsciente del enfermo- de que su fin está próximo. Pero este hecho es demasiado duro para ser aceptado por el yo consciente, así que el subconsciente crea –y de aquí viene el nombre de la enfermedad- una trama de autoengaños para mantener a salvo la estabilidad del yo consciente. Uno de los más habituales es, por ejemplo, el que se da una vez que la noticia de la muerte próxima e inevitable ha llegado, a pesar de todos los engaños autoimpuestos, a la consciencia del individuo, sea por una revelación externa, o porque el deterioro se hace innegable para uno mismo. El enfermo puede llegar a tal nivel de autosugestión que puede incluso creer que lo que le dicen, o lo que él mismo descubre, no le está pasando a él, sino que le están contando la historia de otra persona, o la está leyendo".