sólo sé


No recuerdo ninguno de los nombres del sol...

Hace años los robles me contaron una historia
antes de que la Isla se cubriera
                                de blancas hojas espesas
Y los caminos se saciaran de pasos.
Me hablaron de los tiempos en que los gritos
                                desfigurados entre auroras de sal
eran capaces de desgarrar la coraza de las olas
Y hacer brotar las espigas
                Girando como bailarinas del crepúsculo.
Los caballos de aquel siglo eran lanzas
Contra el abrasador cristal de la espesura
y la impenetrable sabiduría de los arroyos.
En sus crines el carbón caía
Como una profunda cascada del más oscuro vacío
En sus ojos ardían veleros
                                Navegadores de sangre
Brazos como raíces líquidas rebelándose
Alzándose contra la certidumbre
                                De la duda de algún Dios.
Pero he olvidado todo:
Los siete días del mundo
                fundadores de cada nueva madrugada
Los hábitos de las lágrimas
                exploradoras en desiertos de niebla azul
Los cuchillos de plata
                ásperos mutiladores de montañas mudas...
No recuerdo ninguno de los gestos de la luna...
¿No hay nada
por lo que mi mente siga contando
las arrugas en la piel de los linces?

Sólo sé...
                - Dicen que son las hormigas las primeras
                cultivadoras de azúcar y paciencia -
Sólo sé que amaría...
                - Cuando una edad muere, hay un fuego
                que canta hasta que las paredes de arena
                                                Se calman y duermen -
Sólo sé que amaría odiarte...
                - No todo hombre nació en una madrugada:
                Algunas tempestades arrojan aguijones
                Como despreocupados volcanes de nubes -
Sólo sé que amaría odiarte
Porque amándote...
                - El recuerdo es un trovador con clavos
                de plomo. Su piel brilla como los sapos.
                O como la lepra. O como la verdad. -
¿Se detiene el tiempo cuando los laberintos
laten como el esperma de un corazón translúcido
                                Infectado de semillas llameantes?
Sólo el Gran Roble
(Aquél de cuya voz de roca colgaba el mar
cuando ni aún él conocía su destino:
                El vértigo verde
Y los reflejos temblorosos
del eco de sus propias canciones de dios)
Me susurró el Secreto
con el jadeo pegajoso de un lobo
enredándose como una hiedra lasciva en mi oído:
Sólo sé que amaría odiarte
Porque amándote me odio a mí...

                                                ¿Olvido o certidumbre?
Elijo morir con la astucia serpentina de una flecha.